Conectar con el femenino es el paso que te falta para dejar de procrastinar

 

Volver a la esencia en medio del caos

 

Vivimos acelerados. En modo automático. Productivos, pero vacíos.

Y en medio de esa carrera mal planteada, se nos olvida algo esencial:

nuestra energía femenina.

Esa parte creativa, contemplativa, receptiva… que todos tenemos, sin importar el género.

El problema es que la mente, por naturaleza, desea orden.

Buscamos seguridad, comodidad, estabilidad.

Y eso, aunque suene bien, es una trampa.

Porque la comodidad sostenida es la forma más cómoda de destruirte lento.

La trampa de la zona cómoda

Cuando éramos niños, nuestra vida dependía de las decisiones de nuestros padres.

No teníamos criterio, solo obediencia.

Crecimos siguiendo rutas trazadas por otros: estudia, trabaja, cásate, jubílate.

Y ahí comienza el error.

La ruta de menor riesgo es, paradójicamente, el mayor riesgo de todos.

Buscas comodidad.

Te incomodas.

Buscas más comodidad.

Te sientes aún más jodido.

¿Y sabes qué es lo más loco?

Si esa vida cómoda es tan buena, ¿por qué necesitas anestesiarte con distracciones?

Conectar con el femenino: Pausa antes de la estrategia

 

Conectar con el femenino es desconectarte del sistema operativo automático.

Es dejar de resolver y empezar a sentir.

Es permitirte contemplar, cocinar con intención, escuchar sin querer arreglar, mirar a los ojos sin tener que entenderlo todo.

Es limpiar con presencia.

Es escuchar tu intuición.

Es volver a ti.

Cuando te conectas con esa energía, se activa una claridad que no viene desde la lógica, sino desde el centro.

Y desde ahí, puedes ver el plan. Tu plan. No el que te impusieron.

Pero no basta con conectar… Hay que construir

No se trata solo de “sentir bonito”.

Después de conectar, hay que actuar.

Y actuar bien requiere una estrategia.

Una visión clara.

Un mapa mental.

Un norte.

Necesitas un plan. Pero no cualquier plan.

Si tú no tienes uno, tranquilo que la sociedad ya tiene uno para ti.

Un plan no es una lista de deseos.

Es una estructura mental que te permite identificar oportunidades, corregir errores, y detectar con claridad lo que debes hacer.

Pero primero necesitas honestidad brutal:

– ¿Cuál es tu anti-visión? (esa vida que jamás quieres vivir)
– ¿Cuál es tu visión?
– ¿Qué no estás dispuesto a sacrificar?
– ¿Dónde quieres estar en 10 años? ¿Y en 1?

Esto no se resuelve en una tarde.

Tu mente tardó décadas en tomar su forma actual.

Ahora le estás diciendo que se expanda. Eso duele. Es incómodo. Pero es necesario.

Enfrentar el caos con estrategia

Entre el problema y la meta, está la estrategia.

Ese es el lugar donde puedes construir claridad.

Y desde ahí nace tu nueva identidad.

Porque no vas a lograr metas nuevas siendo la misma persona de antes.

Tu identidad debe evolucionar

Un fisicoculturista no “piensa” si va al gimnasio.

Un escritor no “lucha” para sentarse a escribir.

Un gamer no “se esfuerza” para jugar ocho horas.

¿Por qué? Porque su identidad ya está alineada con lo que hacen.

La disciplina no es el problema.

Tu identidad lo es.

Y cuando intentas construir una nueva, tu yo viejo pelea contra tu yo futuro.

Eso es lo que genera dolor.

Eso es lo que te detiene.

¿Cómo se crea esta nueva vida?

1. Crea tu propio mundo

Las personas que más avanzan viven en su propio juego mental.

Programan su vida como si fuera un videojuego que ellos diseñan:

– Tiene lógica.
– Tiene pasos.
– Tiene estructura.
– Tiene recompensas.
– Tiene reglas propias.

Y todo eso empieza con una visión clara y una identidad alineada a lo que quieres construir.

2. No aprendas habilidades. Construye proyectos.

Olvídate de acumular cursos y tutoriales.

Construye.

Cada proyecto es una misión en tu juego.

Y entre más misiones completas, más experiencia ganas.

Las habilidades llegan, pero al servicio de una meta concreta.

Por ejemplo, si tu problema es el dinero, crea un proyecto que solucione eso.

Pero que también respete tus valores y tu estilo de vida.

¿Quieres tener tiempo para tu familia? Entonces el proyecto no puede ser un emprendimiento que te consuma 16 horas al día.

Y así, con cada paso, construyes tu camino.

3. Caza razones, no excusas

La gente fracasa porque se pasa la vida buscando razones para renunciar.

Haz lo contrario.

Caza razones para continuar.

Cuando sientas dudas, escribe en Google:

“¿Por qué debo construir un negocio?”

“¿Por qué vale la pena ir al gimnasio?”

Deja que tu curiosidad haga el trabajo.

Hazlo difícil para ti mismo no cambiar.

Alimenta tu propósito con información, visión y nuevas conexiones.

4. Documenta tu vida

No guardes tu proceso en una carpeta escondida.

Compártelo.

No para volverte “creador de contenido”.

Sino para volverte creador de realidad.

Cuenta lo que estás viviendo.

Documenta tus proyectos.

Comparte lo que aprendes.

Deja que el mercado, la comunidad, y el feedback moldeen tu siguiente jugada.

Si te da miedo compartir porque “no está perfecto”, mejor aún.

Vas a descubrir en público lo que jamás verías en silencio.

El rol del femenino en todo esto

Todo este proceso empieza desde la pausa creativa.

Desde el femenino.

Desde el momento en que te das el permiso de observarte.

De ver qué mierda has estado haciendo.

De parar.

De contemplar.

Y desde esa contemplación, construyes una estrategia real.

Una que puedas ejecutar desde tu energía masculina, con dirección, con precisión, con poder.

Ese es el juego.

Esa es la danza.

Esa es la verdad que no te enseñaron ni en la escuela, ni en las redes, ni en tu casa.

Este mes, aprovecha la energía

Mayo es el mes de la madre, de la creación, del femenino.

Y es también el mes donde yo, personalmente, he estado metido de lleno en mi espacio creativo.

Desde ahí, estoy construyendo la nueva etapa.

Y por eso decidí abrir acceso a mi programa Zero to Focus a precio especial.

Iniciamos el 16 de junio.

Si estás en ese momento de “ya no más”, este espacio es para ti.

Vamos a conectar.

Vamos a planear.

Y luego vamos a ejecutar con todo.

¿Te movió este texto?

Compártelo.

No te lo quedes.

Alguien lo necesita.

Nos vemos en el camino,

Shonk

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